Dying Light: The Beast análisis de cómo es convertirse en una bioarma dentro de un mundo de zombis

Después de todos los sucesos ocurridos en la primera entrega, Techland, los desarrolladores, nos muestran una cara más bestial de Kyle Crane, donde no solo conservaremos los elementos que más nos gustaron, sino que también tenemos nuevas opciones para disfrutar del ambiente postapocalíptico que caracteriza a la saga, así que aquí te contamos qué es lo que descubrimos durante el análisis de Dying Light: The Beast.

Lo primero de lo que nos dimos cuenta es que, al jugarlo, se siente ágil, entretenido y un gameplay muy bien logrado, que de por sí ya se sentía muy bien en el primer título, aquí tenemos mucho más pulidos los controles, que acompañados de las mecánicas nuevas como objetos de creación más sencillos de elaborar, armas con más accesibilidad para mejorar y sobre todo, el modo bestia de nuestro protagonista.

El último punto es el motivo por el que jugaremos de nuevo con Kyle Crane que, contando lo que ya sabemos y sin caer en spoilers, nuestro protagonista fue un sujeto de pruebas durante muchos años gracias a su resistencia al virus, lo que provoca que, después de juntar mucho daño o acertando golpes importantes a los enemigos, podremos activar el modo bestia, haciéndonos inmunes, rápidos y muy fuertes con los puños para acabar con hordas enteras de zombies.

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Músculos fuertes para un mundo duro

Aunque al principio parece que el modo bestia lo hará todo más fácil, la realidad es que no será tan fácil juntar los requisitos para activarlo por lo que el desafío de sobrevivir sigue vigente gracias a un gameplay bien logrado de parkour y verticalidad al moverte. Además, conservamos los principios que hicieron divertida a la primera parte, por ejemplo, la de asegurar lugares para establecer bases de operaciones, explorar en la noche enfrentándose a monstruos más hostiles a cambio de recompensas mejores, y sobre todo, explorar un mundo abierto extenso que nos dará desafíos para escapar de los no muertos.

También uno de los puntos nuevos es que nos enfrentaremos a jefes quimera, que para no dar spoilers del por qué los buscamos, se trata de zombis super dotados que tendrán diferentes estilos de pelea, poderes e incluso tamaños que pondrán a prueba no solo las nuevas armas y formas de desplazarse, sino también cómo administrarás tu modo bestia para no morir en el intento.

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Además, contaremos con un multijugador que si bien, no es la mejor forma de trasladar el gameplay al apartado en línea, si funciona como un modo de juego adicional que nos dará objetivos en equipo e individuales para hacernos con la mayor cantidad de recursos. Tampoco creemos que este modo sea lo mejor del título, pero si se comporta correctamente, sobre todo no presentamos intermitencias ni desconexiones en nuestra versión de Steam.

Lo que creemos que necesita mejorar, en Dying Light The Beast, es la optimización visual, que si bien es muy jugable no llega a ser perfecto, así como una tasa de rendimiento más estable pues lo probamos en una ASUS ROG Ally con procesador Z1 Extreme, y en el modo Rendimiento a 15 W, tuvimos gráficos medios y resolución 1080p con una tasa de 24 a 30 fotogramas, más inclinado a los 24 en muchas ocasiones, y aunque reducimos resolución y gráficos, el rendimiento fue similar, tampoco termina por ser un punto fatal, por lo que creemos que podrá solucionarse con una actualización.

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Además, en una PC Máster Race tuvimos un desempeño similar, que aunque las características del hardware son relevantes, algo en el juego parecía no permitir tener todo el potencial de rendimiento, esto pasó en una resolución en 2K, a una tasa de 60 fps con caídas hasta 40 fps durante las exploraciones en mundo abierto. Estas son las características de la computadora en la que probamos Dying Light The Beast.

• Procesador: Intel Core i9-13900
• RAM: 64 GB Kingston Fury DDR5 a 5600 Mhz
• Motherboard: Z790 AORUS Elite AX
• Sistema de enfriamiento: Aorus Waterforce X240
• GPU: Radeon RX 7800 XT

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Conclusión

Estamos ante una propuesta interesante, que lejos de creer que podría tratarse de una expansión del primer título la realidad es que vimos en Dying Light The Beast un juego lo suficientemente robusto para sostenerse como lo que realmente es, una continuación directa, bien lograda, con gameplay entretenido y pulido que hace la experiencia de escapar de los zombis, una forma interesante de sobrevivir. No obstante, la falta de detalles en el rendimiento, y la poca innovación merman la posibilidad de destacar por encima de otros juegos del año.

Calificación 8

Por Marcos Rabía

Periodista y comunicólogo especializado en tecnología y videojuegos titulado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Comenzó a colaborar con Meristation y Los 40 México desde 2017, cubriendo temas de tecnología y videojuegos. Ha trabajado para Grupo Expansión en la revista Tec Review, en el proyecto BitMe de Televisa y en la revista digital Factor 9 del grupo Merca 2.0. Actualmente es Especialista en Administración de Contenido para Walmart de México y Centroamérica centrándose en estrategias digitales para el catálogo de electrónica.