Tu "adicción" a las redes sociales es probablemente solo un mal hábito

Un nuevo estudio científico revela que exageramos nuestra dependencia a las redes sociales, y esa etiqueta nos quita el control sobre nuestra vida digital

Todos hemos estado ahí: entras a las redes sociales (Instagram, TikTok, Facebook etc.) "solo un minuto" y, de repente, ha pasado una hora. La culpa te invade y te dices a ti mismo: "soy adicto". Es la narrativa que hemos comprado durante años, alimentada por titulares alarmistas y documentales de tecnología. Sin embargo, un reciente estudio publicado en Scientific Reports por los investigadores Ian Anderson y Wendy Wood llega para cambiar el guion: la mayoría de nosotros no somos adictos clínicos, somos criaturas de hábitos.

Analizando a más de 1,200 adultos, la investigación descubrió una brecha abismal entre la percepción y la realidad. Mientras que el 18% de los usuarios sentía que era adicto, apenas un 2% cumplía realmente con los criterios clínicos de adicción. ¿Qué significa esto? Que confundir una costumbre arraigada con una patología mental te está quitando el poder de cambiar.

¿Adicción real o inercia digital?

Es vital entender la diferencia. Una adicción implica una compulsión patológica que interfiere gravemente con la vida diaria y la salud mental. Un hábito, por otro lado, es una respuesta automática a una señal (como el aburrimiento o una notificación).

Según el estudio, lo que experimentamos al hacer scroll infinito no es una enfermedad, sino una rutina automatizada. Nuestro cerebro ha aprendido que abrir la aplicación ofrece una recompensa rápida. Al etiquetarnos erróneamente como "adictos", estamos medicalizando un comportamiento que, en realidad, es modificable. No estamos enfermos; simplemente estamos muy bien entrenados por los algoritmos.

El peligro de las etiquetas incorrectas

Aquí es donde la cosa se pone seria. El estudio no solo contó usuarios; analizó cómo los medios hablamos del tema. Encontraron que la palabra "adicción" se usa casi 90 veces más que "hábito" en las noticias sobre redes sociales.

  • El efecto negativo: Cuando los participantes del estudio fueron incitados a ver su uso como una "adicción", reportaron sentir menos control sobre su comportamiento.
  • La trampa mental: Si crees que eres adicto, asumes que el problema es más grande que tú, que necesitas una intervención externa o que "la aplicación tiene la culpa". Esto genera una profecía autocumplida donde te rindes antes de intentar cambiar.

¿Cómo recuperar el control?

La buena noticia es que los hábitos, a diferencia de las adicciones severas, se pueden romper y reescribir con estrategia, no con desintoxicación forzada.

Para mejorar, cambia el enfoque:

  • Reconoce el detonante: ¿Abres la app por ansiedad, aburrimiento o inercia?
  • Rompe el automatismo: Mueve el icono de la aplicación a una carpeta difícil de alcanzar (yo lo he hecho y realmente minimiza el tiempo que la usas) o pon tu pantalla en blanco y negro.
  • Renombra: Al decir "tengo un mal hábito" en lugar de "soy adicto", tu cerebro entiende que es algo que puedes solucionar con disciplina y cambios en tu entorno.

La tecnología debe ser una herramienta que nos sirva, no un amo al que le tememos. Así que deja de diagnosticarte enfermedades que no tienes y empieza a gestionar buenos hábitos. Créeme tu salud mental te lo agradecerá.

Vladimir Arteaga Figueroa

Especialista de tendencias, lifestyle, Inteligencia...