Generosa propina

Un mesero amable y servicial recibe la propina más espléndida de un desconocido

Una propina generosa es un doble agradecimiento: para quien la da, el reconocimiento a un servicio excelente; para quien la recibe, la comprobación de la calidad y buen espíritu del trabajo realizado. Y, a veces, esa dicotomía logra niveles excepcionales que cambian la vida de los involucrados.

Eso le sucedió a Brian Maixner, mesero del restaurante Doo-Dah Diner en Wichita, Kansas. Hace un tiempo, uno de los comensales del lugar se fijó en Maixner, en su trabajo diligente y amable, en el orgullo que mostraba al atender a los clientes de la mejor manera posible. Y también vio su sonrisa rota, amigable pero incompleta por el severo daño que padecía en sus dientes. Pero la sonrisa de Maixner no solo es amigable y de oreja a oreja. Sus problemas dentales le restaban atractivo y, presumiblemente, irían agravándose con el tiempo dándole muchos más problemas que lucir una boca contenta pero destrozada.

Así, la visión y la idea de un hombre amable y servicial con una dentadura hecha pedazos no agradaron a Fred Boettcher, un abogado de Oklahoma que acudió a comer al Doo-Dah Diner mientras visitaba a un familiar. Entonces, según la KWCH, Boettcher preguntó a la dueña del restaurante si estaba de acuerdo en que él pagara por la atención dental de Maixner, para que el mesero pudiese reparar su maltrecha dentadura. El USA Today agregó que la inquietud de Boettcher era que el mesero pudiese sentirse ofendido por su oferta de pagarle los servicios del dentista, algo que era todo lo contrario a su intención.

Resultó una sorpresa que un desconocido ofreciese tal propina a Maixner y él aceptó con agradecimiento. De acuerdo al USA Today, la dueña del restaurante, Timirie Shibley, considera a Maixner un empleado excepcional, de esos de los que "uno quisiera tener seis" y darle esa oportunidad fue, presumiblemente, aceptado como algo justo y merecido.

Así, Maixner viajó varias veces a Ponca City, Oklahoma, donde vive Boettcher, para tratarse con el dentista del abogado hasta que, finalmente, consiguió tener una sonrisa reluciente, con dientes reparados que le dieron una apariencia nueva y fresca.

Boettcher pagó varios miles de dólares por el tratamiento, entre 10,000 y 15,000($230 528.063 pesos mexicanos), y a él le pareció un dinero muy bien invertido. Y no es la primera vez que el abogado tiene gestos de generosidad desinteresada. En este caso, la alegría de Maixner ha sido la mejor retribución para el generoso donante.