Este juez sentencia a los acusados a algo más bondadoso que la prisión

Para que sus "habilidades" sirvan a otros, esto los hace hacer

El juez para menores Emilio Calatayud lleva media vida dictando sentencias ejemplarizantes que no se le olviden a sus condenados y les hagan cambiar su forma de vida aprendiendo. Estas son algunas de sus decisiones más curiosas, recogidas incluso en un libro, "Mis sentencias ejemplares":

- A dibujar un cómic: Entre sus resoluciones más conocidas destaca la del joven, muy aficionado al dibujo, condenado a narrar a través de un cómic de 15 páginas los motivos por los que había sido sentenciado.

- A ver de cerca los daños de las imprudencias: Calatayud condenó a conductor borracho a visitar durante un día entero a parapléjicos, hablar con ellos y sus familias y explicar luego su experiencia en una redacción. Además, condenó a un chico de 16 años de Darro (Granada) a acompañar durante 100 horas a una patrulla de la Policía Local; el menor estaba acusado de conducir de manera temeraria y sin carné por las calles de la localidad, un hecho que fue denunciado por varios vecinos. Lo mandó con los municipales porque no había un centro para personas afectadas por lesiones de accidentes en un radio cercano.

- A dar lecciones de informática: En abril de 2014, el juez condenó a un hacker a impartir 100 horas de clase de informática a otros jóvenes en un centro escolar de Madrid, donde residía el chico. El pirata fue procesado por un delito de revelación de secretos después de haberse introducido en el sistema informático de una empresa de Granada, que sí estaba en la jurisdicción de Calatayud. Había causado daños por valor de 2.000 euros.

- A trabajar con quien has dañado: A otro menor que quemó papeleras, el juez lo obligó a trabajar durante varios días con los bomberos y en el caso de un chico que acosó a una anciana, lo mandó a trabajar en un centro de rehabilitación. Otro fue condenado a realizar el traslado y vigilancia del equipo informático del juzgado a una nueva sede tras robar en un cibercafé. Y al que destrozó vagones y vías de Renfe lo puso a pintar toda la estación.

- A aprender a traducir mejor: Hace pocos meses, condenó a un chico a obtener la titulación en árabe para que pueda dedicarse en un futuro a ser integrador social y mediador en juzgados y comisarías. La historia tiene su origen en el caso de un menor magrebí con serios problemas de comunicación por razones de idioma al que otro joven de la sala se ofreció a traducir y acabar así con la vista. Este intérprete inesperado no era magrebí ni árabe siquiera, sino un menor de Granada que había aprendido la lengua en los distintos centros de menores donde había estado. De ahí la condena, que reafirma lo que puede ser una salida profesional estupenda.