¿El amor de tu vida o la persona de tu vida? La gran diferencia

Cuando se trata de elegir pareja, lo mejor que puedes hacer es hacer a un lado las emociones

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Algún día (si no es que ya pasó), una persona llegará a cambiarte por completo, te hará sentir lo que nadie, una atracción intensa te volará la cabeza. Ese día habrás encontrado al amor de tu vida pero, desgraciadamente, posiblemente no te quedes con esa persona el resto de tu vida. Y qué crees, es lo mejor que te podría pasar.

La sociedad (y con mucha razón) ha establecido que el elegir una pareja es de las decisiones más importantes que deben tomarse, sobre todo las que creen en el matrimonio y esperan a alguien que sea para siempre. Sin embargo, pensar únicamente con el corazón es lo peor que puedes hacer.

Antes de continuar, hay que aclarar que no estamos diciendo que la decisión de una relación debe ser lo más superficial o insensible del mundo, sino todo lo contrario. A menudo idealizamos tanto a las personas y nuestras relaciones que al encontrarnos con alguien que nos provoque fuertes emociones o que saque nuestro lado más apasionado, creemos haber encontrado a al amor de nuestras vidas y creemos que a pesar de las diferencias o del daño que pueden hacernos, es con quien debemos quedarnos. 

Casarte o quedarte con el amor de tu vida puede ser la peor decisión pues elegir a una pareja tiene que ir más allá de la química y las emociones. 

El respeto, la comunicación, la empatía y el trabajo en equipo son factores que debes tomar en cuenta al elegir a tu pareja y si esa persona que te vuelve loca no los cumple, lo mejor será replantear tu relación.

Dejemos de idealizar un amor romántico como el de las películas. Jamás encontrarás a una persona que cambie por ti, en el mejor de los casos lo haría para sí mismo.  Sí, seguro alguien llegó a alterar todo en ti, seguro te bajó el cielo y las estrellas, seguro nunca has sentido tal intensidad con alguien más. Pero tu salud emocional, tu estabilidad y sobre todo, tu felicidad, debe ser lo más importante.

A veces el cariño no es suficiente, el amor verdadero es una decisión. Amar es tomar la mejor decisión para ambos, amar es dejar ir. Amar es saber que una persona puede no hacerte sentir fuegos artificiales pero sí te da estabilidad, amar es hacer a un lado las diferencias, amar es primero amarse a uno mismo. Amar es aceptar a la persona, saber que la elegiste, todos los días, incluso cuando tus emociones se hayan agotado.

Así que por lo que más quieras, no te quedes con el amor de tu vida. O si lo haces, trabajen juntos para convertirse en la persona que la otra necesita.