Matt Richards: de entrenar en una piscina de lona en el jardín a ganar el oro en los Juegos de Tokio
El nadador adolescente se entrenó en una piscina infantil que colocó en el jardín de su casa
La pandemia generada por el coronavirus provocó un gran cambio en el estilo de vida del mundo, afectando ciertas áreas de nuestro día a día, y el mundo del deporte no fue la excepción, pero las ganas de triunfar y prepararse permitieron que Matt Richards venciera los obstáculos y se convirtiera en una leyenda en los Juegos de Tokio.
Y es que, ante la posibilidad de mantenerse alejando de la piscina durante 10 semanas debido al cierre de las mismas durante el bloqueo de Covid-19, Matt no dudo por en encontrar la manera de seguir preparándose, así que gastó 1.000 libras esterlinas en una piscina infantil de grandes dimensiones que compró por Internet y que instaló en su jardín.
Richards ató una cuerda elástica a un gancho de su garaje, unida a un arnés corporal, y nadó durante dos horas al día en lo que describió como "una cinta de natación". El trabajo en equipo se hizo presente, pues sus padres permanecían a un costado de la piscina para cronometrar sus series y pinchándole con un tendedero para que supiera cuándo había terminado cada una.
"A él le resultaba bastante difícil cuando lo hacía solo, así que nos ofrecimos a ayudarle y a hacer tiempo para él, ya que yo estaba trabajando desde casa en ese momento", comento Amanda, madre del atleta, quien recuerda cómo toda la familia intentó colaborar con el esfuerzo de su hijo, incluso su perro, a su manera.
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Ese duro trabajo, el aguantar las temperaturas gélidas y el aburrimiento en su piscina de 5 x 3 metros y un metro de profundidad, le atribuyó dos récords de Gales y le permitió ganar el oro en el relevo masculino de 4x200 metros libres junto a sus compañeros de equipo Duncan Scott, Tom Dean y James Guy, y el cuarteto terminó a sólo 0,03 segundos del récord mundial.