Leyenda olímpica que desafió la historia muere a los 103 años
Una vida de medallas, resiliencia y un sentido del humor que conquistó al mundo
El deporte mundial despide a Ágnes Keleti, la campeona olímpica más longeva, quien falleció a los 103 años en Budapest.
Su historia no solo está marcada por los triunfos deportivos, sino también por una increíble lucha por la supervivencia durante el Holocausto judío y una vida llena de inspiración y valentía.
Nacida en 1921 en Budapest, Ágnes creció en una familia judía y desde pequeña mostró su pasión por la gimnasia. Pero su vida dio un giro en 1944, cuando el régimen pronazi de Hungría comenzó a deportar a judíos a campos de concentración. Con documentos falsos y una valentía incomparable, Keleti logró escapar, sobrevivir y encontrar en el deporte una forma de renacer.
Después de la guerra, Ágnes volvió a brillar. En 1952, a sus 31 años (una edad poco común para una gimnasta), se consagró en los Juegos Olímpicos de Helsinki con su primera medalla de oro. Y si eso no fuera suficiente, cuatro años después, en Melbourne 1956, se robó el show al llevarse ¡cuatro medallas de oro más! En total, acumuló 10 medallas olímpicas: 5 de oro, 3 de plata y 2 de bronce, convirtiéndose en un ícono del deporte olímpico.
Una vida más allá del podio
Tras sus éxitos olímpicos, Ágnes decidió mudarse a Israel, donde se dedicó a compartir su conocimiento como entrenadora y profesora universitaria. Su pasión por el deporte y la enseñanza la llevaron a dejar una huella en las futuras generaciones de gimnastas.
Con la caída del Telón de Acero, Keleti comenzó a pasar más tiempo en su natal Hungría, recibiendo numerosos reconocimientos por su trayectoria. En 2002, fue incluida en el Salón de la Fama de la Gimnasia Artística en Oklahoma, Estados Unidos, y en 2021, al cumplir 100 años, recibió un premio especial del Comité Internacional del Fair Play, destacando su espíritu de aceptación y tolerancia.
El secreto de la longevidad de una leyenda
Ágnes siempre mantuvo su peculiar sentido del humor. Cuando le preguntaban cómo lograba llegar tan lejos, respondía con una sonrisa: “El secreto está en no mirarse al espejo”. Su filosofía de vida era simple: enfocarse en lo que uno ama y disfrutar cada momento.
Incluso a sus 102 años, Keleti continuaba viendo competencias de gimnasia por internet, comiendo su dosis diaria de chocolate y haciendo ejercicio con una energía envidiable.
Hoy, el mundo no solo recuerda a una campeona del deporte olímpico, sino a una mujer que enfrentó la adversidad con coraje, construyó un legado eterno y nos enseñó que la edad es solo un número.