Conoce a Ichiko Aoba, la japonesa que canta entre susurros y le da magia con su voz a las películas de Studio Ghibli
La joven cantante se presentó por primera vez hace unos días en el Teatro Metropólitan de la CDMX

Ichiko Aoba le da vida a algunas de las voces y canciones de Studio Ghibli / instagram
Hay conciertos que se graban en la piel. Y luego están los de Ichiko Aoba, que se tatúan directo en el alma. Fue el 22 de mayo cuando la cantautora japonesa pisó por primera vez la Ciudad de México y ofreció un recital que fue, más que un show, un ritual de ensueño. Sin grandes luces ni coreografías estridentes, lo suyo fue pura atmósfera, silencio poético, y una guitarra que parecía hablar otro idioma.
¿Quién es Ichiko Aoba y por qué tanta gente se derrite con su música?
Nacida en Urakawa, Japón, en 1990, Ichiko Aoba comenzó a tocar la guitarra clásica a los 17 años, y no tardó en crear su propio mundo musical. Desde entonces, ha construido una carrera donde lo que importa no es el volumen, sino el universo interior que logra evocar con apenas unas cuerdas y su voz etérea.
Su estilo ha sido definido como folk acústico japonés, pero etiquetarla es quedarse corto. Escucharla es como abrir un libro ilustrado que canta. En su obra resuenan los ecos del minimalismo, el jazz suave, el ambient, y las bandas sonoras de Studio Ghibli.
Inspiraciones que florecen en su arte
Ichiko ha dicho que una de sus principales inspiraciones es el cine de Hayao Miyazaki y la música de Joe Hisaishi, con quien comparte esa capacidad de mezclar lo melancólico con lo luminoso. También se ha inspirado en escritores y artistas visuales, creando canciones que parecen pinturas sonoras o cuentos para adultos con alma de niños.
¿A qué suena Ichiko Aoba?
Imagina una mezcla entre Björk, Joanna Newsom, Sufjan Stevens en modo acústico, y un toque de Nick Drake con sakura en flor. Así, pero más sutil. Más susurro que grito. Más bosque que ciudad.
¿Y qué pasó en su primer concierto en la CDMX?
Con una vibra de ceremonia íntima, Ichiko Aoba se presentó ante un público mexicano que escuchó en completo silencio. Nada de celulares en alto, nada de plática de fondo. Solo ella, su guitarra y una atmósfera que parecía suspendida en el tiempo. Canciones como Asleep Among Endives, Bouquet y Porcelain hicieron que el aire se volviera más liviano.
Una noche para no olvidar
Lo que ocurrió el 22 de mayo en la CDMX fue más que el primer concierto de Ichiko Aoba en México. Fue una especie de hechizo compartido. Un momento donde la música no se gritó, se sintió. Quienes estuvieron ahí lo saben: no fue solo una presentación, fue una puerta a otro mundo.