“El llanto de las tortugas”: Análisis de una película que deja entrever cómo sus lágrimas lograron transformar todo el pensamiento de una familia
En el marco del Día Mundial de las Tortugas Marinas, reflexionamos sobre una historia que busca tocar fibras… aunque a veces se queda en la superficie

Día Mundial de las Tortugas Marinas / Laszlo Szirtesi
Cada 16 de junio se conmemora el Día Mundial de las Tortugas Marinas, una fecha que nos invita a mirar más allá del caparazón y reconocer la importancia de estas especies marinas en los ecosistemas del planeta. Este año, la cartelera nos trajo una propuesta cinematográfica que parecía alinearse perfectamente con esa intención: "El llanto de las tortugas", una cinta mexicana que mezcla documental y ficción, dirigida por Christian David Sánchez Lucero.
Fui a verla hace unos días, con muchas expectativas, y aunque encontré momentos entrañables, también salí con una sensación agridulce.
Una historia que comienza con un bufido… y termina en conciencia
La película gira en torno a Cosme Becerra, un pescador de Bahía de Kino, Sonora, conocido por capturar pez payaso para la venta. Todo cambia cuando un día le encargan cuidar a una tortuga marina que, eventualmente, sería sacrificada. Cosme decide guardarla en el baño de su casa y, durante la noche, comienza a escuchar un extraño sonido: el bufido del animal. Lo que en un principio era solo ruido, se convierte en revelación: la tortuga estaba llorando.
Esa noche transforma no solo a Cosme, sino también a su esposa Mónica. Ambos entienden el sufrimiento del animal y dan un giro total a sus vidas: pasan de ser depredadores marinos a convertirse en guardianes del océano.
La cinta plantea una pregunta potente: ¿qué tan lejos estamos dispuestos a llegar para cambiar nuestras costumbres cuando reconocemos el dolor del otro, incluso si es una tortuga?
Lo bueno, lo que faltó y lo que pudo ser
Sin duda, lo más valioso del filme es ese punto de inflexión emocional. Saber que las tortugas sí lloran, no como metáfora, sino como un hecho biológico, sacude. Pero más allá de ese momento clave, la película se queda un poco corta.
Faltó contexto ecológico que ayudara al público a entender mejor por qué es tan importante proteger a las especies marinas en peligro, y se extrañó una construcción más sólida en lo visual: las escenas por momentos se sienten desordenadas o forzadas, lo que diluye el impacto de un mensaje que podría haber sido mucho más poderoso.
Aun así, "El llanto de las tortugas" vale la pena por la intención que guarda: sensibilizar, incomodar, invitar a cambiar.
¿Vale la pena verla?
Sí, si vas con el corazón abierto y con el deseo de cuestionar nuestras prácticas humanas frente al mundo marino. No, si esperas una producción impecable o un documental completamente informativo. Es una película más emocional que técnica, y eso puede funcionar… o no, dependiendo de tu perspectiva.
Lo cierto es que, en este Día Mundial de las Tortugas, conviene detenernos a escuchar esos silencios y bufidos que vienen del océano. Tal vez no lo decimos mucho, pero las tortugas también sienten. Y a veces, incluso, lloran.