¿Qué pasó con la esposa de Andy Byron luego de la infidelidad que se hizo viral?

En medio de un concierto de Coldplay, la música dejó de ser el centro de atención cuando una escena en la kiss cam expuso una posible infidelidad a escala global. Lo que parecía ser un momento romántico entre dos asistentes al show terminó desatando una tormenta mediática que sacudió la vida de Megan Kerrigan, esposa del empresario Andy Byron.

El clip, grabado durante la presentación del grupo británico en Boston el pasado 16 de julio, muestra a Andy abrazando a su colega Kristin Cabot, lo que muchos interpretaron como un gesto íntimo que fue más allá del protocolo laboral. Ambos están casados... pero no entre sí.

Desde entonces, las redes se volvieron locas, y la historia corrió como pólvora: ¿quiénes eran ellos? ¿qué pasó después? ¿dónde está la esposa?

Una señal silenciosa, pero poderosa

Aunque Megan no ha dado declaraciones públicas, en redes sociales hizo algo que muchos consideran una respuesta clara: borró el apellido “Byron” de su nombre en Facebook y poco después eliminó por completo su perfil. Para algunos fue una forma de gritar “lo sé” sin necesidad de decir una sola palabra.

Además, medios como Daily Mail reportaron que Kerrigan se habría refugiado en la mansión familiar en Maine, valuada en 2.4 millones de dólares, lejos de las cámaras y de la casa que compartía con Andy en Massachusetts.

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¿Y el infiel? ¿Y la amante?

Hasta ahora, Andy Byron no ha hecho declaraciones. Lo que sí es un hecho es que renunció como CEO de Astronomer, la empresa de software en la que trabajaba.Por su parte, Kristin Cabot, quien se desempeñaba como jefa de Recursos Humanos, fue suspendida. Ella también está casada con un empresario: Andrew Cabot, CEO de Privateer Rum.

En cuestión de horas, lo que parecía un momento privado en un concierto se convirtió en un escándalo corporativo, marital y público, donde todos los implicados están pagando las consecuencias.

Cuando el show se convierte en reality involuntario

La “kiss cam” suele dar momentos tiernos, incluso divertidos. Pero este no fue el caso. La viralización fue brutal. Y más allá del chisme, muchos se preguntan: ¿qué tan frágiles pueden ser nuestras vidas digitales cuando todo queda registrado y expuesto?

Hoy, Megan Kerrigan se vuelve símbolo silencioso de muchas personas que, ante el dolor, optan por el silencio, la dignidad… y quizá el comienzo de una nueva etapa.