¿Qué le pasa a María Antonieta de las Nieves? Aparece en silla de ruedas y no puede hablar

A sus 75 años, la actriz detrás de La Chilindrina enfrenta una etapa de fragilidad física y emocional que ha reavivado el debate sobre los límites de la nostalgia y el derecho a envejecer sin espectáculo

María Antonieta de las Nieves no necesita presentaciones. Su voz chillona, sus pecas pintadas y su vestido con olanes están tatuados en la memoria emocional de varias generaciones. Pero esta vez, no ha sido un gesto cómico ni una frase de libreto lo que ha capturado la atención del público, sino su aparición reciente en silla de ruedas y con serias dificultades para hablar, un cuadro que ha despertado una mezcla de inquietud, ternura y preguntas difíciles de formular.

Fue captada hace unos días en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, sentada en una silla de ruedas. La imagen, reproducida por diversos medios, encendió una alarma: ¿está enferma? ¿por qué no puede caminar? ¿debería seguir en los escenarios? El servicio de asistencia para personas mayores es común en aeropuertos, pero el rostro de María Antonieta, visiblemente cansado, cargaba otro peso: el de la expectativa pública.

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Una voz que ahora habla distinto

La preocupación se multiplicó cuando, durante su participación en el programa Esta Noche en la televisión peruana, la actriz apareció caracterizada como La Chilindrina. Junto a ella, una versión más joven del personaje, interpretada por Paola Montes de Oca para la serie biográfica de Chespirito. El momento era, en teoría, emotivo. Pero lo que llamó la atención fue otra cosa: su dificultad para hablar con fluidez.

En redes sociales, las conjeturas se dispararon. Algunos hablaron de un posible derrame cerebral. Otros lo atribuyeron al uso de implantes dentales o incluso a los efectos de la fibromialgia, condición que ella misma ha reconocido desde hace años. Lo único cierto es que su voz, esa que solía llenar los estudios con gritos y ocurrencias, ya no suena igual. Ahora avanza más lento, arrastra las palabras, deja espacios que antes llenaba con energía desbordante.

El precio de habitar un personaje eterno

A diferencia de otros actores, María Antonieta nunca dejó del todo a La Chilindrina. La defendió en juzgados, la llevó a espectáculos unipersonales, la vistió y desvistió durante décadas. Pero el personaje que la consagró también le exige una vitalidad que su cuerpo, ahora, ya no garantiza. La actriz ha sido clara: no quiere dar lástima. Pero también ha confesado que ya tiene listos sus arreglos funerarios, “para no dejarle problemas a nadie”.

¿Es momento de decir adiós?

La discusión en redes ha sido dura, a ratos injusta. Entre quienes la defienden a capa y espada, y quienes piden que se retire con dignidad, hay un punto común: el cariño. Pero también una resistencia social a ver envejecer a nuestros ídolos. El espectáculo, muchas veces, no sabe detenerse a tiempo. Y quienes lo habitan, terminan atrapados entre la memoria de lo que fueron y las exigencias de lo que el público espera que sigan siendo.

Hoy, a sus 75 años, María Antonieta de las Nieves ha dejado entrever que el final está cerca. Su gira con la obra Los huevos de mi madre podría ser su última aparición pública, y su despedida como La Chilindrina ya se gesta en silencio, entre aplausos contenidos y miradas nostálgicas.

Una voz que, incluso apagada, sigue diciendo mucho

Hay algo profundamente humano en este tránsito. El cuerpo cambia, la voz se apaga, pero el legado permanece. Lo que ocurre hoy con María Antonieta de las Nieves no es un espectáculo. Es, más bien, un recordatorio: también los íconos tienen derecho a envejecer, a descansar, y a no ser eternamente caricatura de sí mismos.

Viviana Hernández Bran

Licenciada en Comunicación y Periodismo por la...