Ozzy Osbourne: Las primeras imágenes de su funeral, Birmingham le cantó a su hijo más oscuro con flores, jazz y lágrimas
La ciudad se convirtió en altar, y su funeral fue más un rito que un adiós

Funeral Ozzy Osbourne / Anadolu
En Birmingham no suenan cláxones, suenan riffs. Desde que se supo que Ozzy Osbourne había partido, las calles se detuvieron. El ritmo habitual fue reemplazado por la nostalgia, la gente vestida de negro y las notas de Black Sabbath flotando como incienso invisible. No es una exageración decir que la ciudad se paralizó: cuando muere una leyenda, hasta los semáforos se toman un respiro.
"Quiero que sea una celebración, no un funeral lastimero", había dicho alguna vez Ozzy. Y vaya que su gente lo entendió. Con una mezcla de funk, ska, soul y metal, el último viaje del llamado Príncipe de las Tinieblas fue una procesión emocional que incluyó desde flores moradas con su nombre, hasta gente disfrazada con murciélagos colgando del paraguas. Porque sí, así se despide a un ídolo: con rock, amor y rarezas.

Funeral de Ozzy Osbourne / Ilya S. Savenok

Funeral de Ozzy Osbourne / Ilya S. Savenok
Flores, familia y funk
La familia Osbourne, completamente devastada pero agradecida, acompañó el cortejo desde seis vehículos negros que serpenteaban las calles donde Ozzy alguna vez pateó latas siendo niño. Sharon, su eterna compañera de vida, se dejó ver entre lágrimas, abrazada por sus hijos Aimee, Kelly, Jack y el mayor, Louis, además de algunos de sus nietos. Su rostro decía todo: este hombre no solo fue estrella, fue hogar.
El ataúd, discreto pero rodeado de detalles significativos, pasó frente a los murales dedicados a Black Sabbath como si saludara por última vez a su propia leyenda. Uno de los momentos más emotivos fue cuando Jack, con flores en la mano, caminó hasta una ofrenda espontánea y las dejó entre vinilos, velas y fotos viejas. No hacía falta decir nada.
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Funeral Ozzy Osbourne / Anadolu

Funeral Ozzy Osbourne / Anadolu
Rockeros, políticos y paraguas con murciélagos
Bostin’ Brass, una banda local que suena como si New Orleans hubiera nacido en Inglaterra, cerró el cortejo tocando versiones jazz de los clásicos de Sabbath. El alcalde de Birmingham, Zafar Iqbal, no solo asistió: organizó gran parte de esta despedida a quien llamó “una de las mayores leyendas culturales que ha tenido esta ciudad”.
Y la gente... qué decir de la gente. Fanáticos con tatuajes de Ozzy, mascotas con sus icónicas gafas redondas, paraguas negros con detalles góticos, carteles que decían “Gracias por enseñarme a gritar” y hasta una fruta tallada con su rostro. La despedida fue tan surreal como él mismo.

Paraguas con murciélagos / Christopher Furlong

Paraguas con murciélagos / Christopher Furlong
Calle cortada, corazón abierto
La mítica Broad Street quedó cerrada. No pasó un solo tranvía, ni un bus, ni el tiempo. Todo estaba pensado para que el funeral de Ozzy fluyera como un ritual urbano. Los fans lloraban, sí, pero también cantaban. Nadie se empujaba. Nadie se quejaba. Era como si toda la ciudad supiera que no se trataba de un adiós, sino de una reverencia.
Ozzy, eterno
Ozzy Osbourne ya no camina por Birmingham. Pero su voz, su locura, su irreverencia y su genialidad quedaron grabadas en los adoquines. Lo enterraron en el jardín de su casa, sí, pero lo sembraron en el alma de una ciudad. Y cada que alguien encienda un disco y suene el primer acorde de “Paranoid”, sabrán que el rock no murió: solo se fue a descansar un rato.

Funeral Ozzy Osbourne / Leon Neal

Funeral Ozzy Osbourne / Leon Neal

Viviana Hernández Bran
Licenciada en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón, UNAM. Creadora de contenido escrito y digital...


