La barranca que renació: de basurero olvidado a pulmón verde de Santa Fe

Un grupo de jóvenes transformó una zona degradada en un oasis ecológico en plena CDMX. Reforestar ya no es solo plantar árboles: es reconstruir comunidad

Santa Fe / Sergio Mendoza Hochmann

En medio de una de las zonas más ostentosas y a la vez más contradictorias de la capital mexicana, una vieja herida del paisaje urbano comienza a sanar. Y no, no se trata de otra torre de cristal ni de un nuevo centro comercial. Esta vez, la revolución llegó con palas, composta… y esperanza.

Estamos hablando de la Barranca de Santa Fe, un espacio natural que alguna vez fue tiradero clandestino, mina de arena, territorio olvidado y que hoy es el epicentro de uno de los proyectos más inspiradores de restauración ecológica en la Ciudad de México.

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La naturaleza no olvida: una barranca, una historia, un rescate

Pocas personas saben que bajo los rascacielos de Santa Fe, una de las zonas corporativas más exclusivas de la CDMX, yace un sistema de barrancas volcánicas que conecta alcaldías como Cuajimalpa, Álvaro Obregón y Magdalena Contreras.

Durante décadas, muchas de estas barrancas fueron invisibles a los ojos de la ciudad. Algunas quedaron atrapadas entre fraccionamientos. Otras, como la Barranca Río Becerra Tepecuache, se convirtieron en basureros improvisados. Pero la historia está cambiando gracias al trabajo silencioso y comprometido de Cambio Colectivo Mx.

¿Quiénes están detrás del cambio?

Cambio Colectivo Mx comenzó como una iniciativa estudiantil en 2017. Hoy es un colectivo civil con una misión clara: recuperar espacios naturales para que la ciudad respire… y la comunidad también.

Guiados por expertas como Diana García Nájera, ingeniera química con especialidad en restauración ecosistémica, y apoyados por voluntarios y vecinos, han logrado rehabilitar más de 16 hectáreas en la barranca. ¿El dato que sorprende? Tienen un índice de supervivencia superior al 90% en sus jornadas de reforestación. Sí, plantar árboles y que vivan para contarlo.

Queremos que regresen las especies nativas. Pero también queremos que la gente se reconecte con estos espacios, que los sientan suyos”, explica Diana, mientras señala los senderos donde ya vuelan gorriones, zumban abejas y serpentea una que otra serpiente de cascabel.

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No solo es sembrar: es restaurar lo que éramos

Este proyecto no se limita a sembrar arbolitos como quien decora un parque. En la Barranca de Santa Fe, la reforestación es solo una parte de una estrategia más grande: restaurar el equilibrio ecológico, reintroducir especies, educar a la comunidad y cambiar la relación entre las personas y su entorno.

El colectivo también trabaja en otros puntos clave de la ciudad, como Xochimilco, donde impulsan la reintroducción del ajolote mexicano, o en Tlahuapan, Puebla, donde ayudan a proteger el santuario de la luciérnaga.

El reto de siempre: la basura que no se va

Pese al avance, la batalla no está ganada. Diana cuenta que todavía encuentran residuos tirados ilegalmente en la barranca: “A veces parece que vamos contracorriente, pero cuando los vecinos se suman, cuando regresan los animales, sabes que estás haciendo lo correcto”.

Y es que lo que está en juego no es menor: las barrancas de CDMX son claves para la recarga de los acuíferos. Captan agua de lluvia y ayudan a regular el clima. Nos proveen, literalmente, del 70% del agua que bebemos en la capital.

Un proyecto que florece con la gente

El renacer de la Barranca de Santa Fe es una muestra de que los cambios profundos pueden comenzar desde abajo. Con la comunidad, con jóvenes organizados, con gente que cree que el concreto no debe ser el destino final de todas las ciudades.

En un país donde el desarrollo suele ser sinónimo de destrucción, estas iniciativas abren una puerta distinta: la de crecer, sí, pero con sustentabilidad, conciencia ambiental y justicia social.

Viviana Hernández Bran

Licenciada en Comunicación y Periodismo por la...