Candy Candy: Todo lo que no sabías de la historia que hizo llorar a toda una generación

Hay series que no solo se ven… se viven. Candy Candy es una de ellas. La historia de una niña huérfana con espíritu indomable, ambientada en los inicios del siglo XX, se convirtió en un puente emocional para varias generaciones. Y aunque han pasado décadas desde su estreno, hoy más que nunca vale la pena redescubrirla.

Aquí van cinco razones para darle play de nuevo (o verla por primera vez) y, de paso, descubrir curiosidades que probablemente no sabías.

1. Una heroína adelantada a su tiempo

Antes de que la televisión hablara de mujeres independientes y resilientes, Candy ya lo era. No se definía por “con quién se quedaba” sino por su capacidad de levantarse una y otra vez, incluso en un mundo que parecía escrito para que fallara.

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2. El misterio de “Anthony, Terry y el Príncipe de la Colina”

El famoso triángulo amoroso fue tan intenso que, incluso fuera de la ficción, generó debates y rivalidades entre fans. En Japón y Latinoamérica se llegaron a organizar clubes para “defender” al favorito.

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3. Una historia con final prohibido

Por una disputa legal entre la autora del manga y la ilustradora, la serie dejó de transmitirse y de distribuirse oficialmente en muchos países. Esto hizo que el final fuera casi un mito: pocos lo vieron en televisión y muchos lo conocieron a través de fotonovelas o revistas.

4. Un viaje visual y musical único

El anime combina paisajes europeos, arquitectura victoriana y melodías melancólicas que se quedan tatuadas en la memoria. La canción de apertura en español, “Candy”, sigue siendo uno de los intros más recordados de la animación japonesa en América Latina.

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5. Curiosidades que pocos conocen

• Candy fue inspirada en parte por la actriz británica Olivia Hussey, famosa por interpretar a Julieta en 1968.
• En la versión original, Candy no es rubia platino sino rubio fresa.
• El doblaje latino cambió diálogos completos para suavizar tragedias que en el original eran mucho más duras.

Revivirla hoy es distinto

En una época de consumo rápido, volver a ver Candy Candy es como abrir una carta escrita a mano: un recordatorio de que las historias lentas, con personajes que crecen de verdad, siguen teniendo un poder emocional inigualable.