Muere actor británico del cine, uno de los villanos de “Superman”

La noticia llegó con la misma sobriedad con la que vivió sus últimos años: Terence Stamp, el actor británico que desafió al mismísimo Superman con la mirada más afilada de la gran pantalla, murió el domingo 17 de agosto a los 87 años. No hubo espectáculo, ni titulares estridentes. Solo un aviso fúnebre, y luego la voz serena de su familia: “Deja una obra que seguirá conmoviendo e inspirando durante años”.

¿Quién fue realmente ese hombre que tantas veces se vistió de villano pero jamás perdió la clase?

El villano con voz de Shakespeare

Stamp no necesitó efectos especiales ni trajes ajustados para intimidar. Su voz, profunda, entrenada, casi poética, era su superpoder, tanto así que Laurence Olivier le dio en su moemnto el mejor consejo de su carrera: “Estudia tu voz, porque cuando tu rostro envejezca, tu voz se hará más fuerte”.

Y vaya que la aprovechó. Desde que debutó en 1962 con Billy Budd, un papel que le valió una nominación al Oscar, la pantalla se convirtió en su reino. Pero fue en 1978 cuando su nombre quedó tallado en la historia del cine, gracias a su imponente interpretación del General Zod en Superman, papel que repetiría en la secuela. Con su barba afilada y su arrogancia imperial, Stamp redefinió al villano de cómic: sofisticado, sereno, y peligrosamente magnético.

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Más que un rostro bonito

Nacido en el East End de Londres en 1938, hijo de un marinero y con sueños de escena, Terence Stamp creció entre obras teatrales, amores de portada y silencios elegantes. Fue parte del efervescente movimiento de los “jóvenes airados” del cine británico de los 60, junto a nombres como Michael Caine, con quien compartió piso, hambre y ambiciones actorales.

En esa década dorada, brilló también en The Collector, adaptación de la inquietante novela de John Fowles, y ganó el premio a Mejor Actor en Cannes en 1965. Luego llegaron los años sabáticos, los viajes interiores, la búsqueda espiritual y, finalmente, los regresos inesperados.

Una carrera que nunca se apagó

Terence Stamp volvió a los reflectores con fuerza, y no solo con la capa de villano. En los 90, se atrevió con el papel de Bernadette, una mujer trans en The Adventures of Priscilla, Queen of the Desert, ganándose el respeto de nuevas generaciones.

También fue Finis Valorum en Star Wars: The Phantom Menace, y cerró su filmografía con estilo en Last Night in Soho (2021), una película de atmósfera, nostalgia y fantasmas: el escenario perfecto para despedirse.

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Vida fuera del set: glamour, romance y algo de filosofía

En lo personal, Stamp fue un enigma elegante. Romántico serial durante los años sesenta, se le vincula con Julie Christie y Jean Shrimpton, dos íconos de su era, se casó a los 64 con una mujer de 29… y se divorció seis años después. No tuvo hijos, pero sí miles de espectadores que lo adoptaron como leyenda.

Vivió a su manera: entre espiritualidad, escritura, actuación selectiva y estándares altísimos. “No hago películas malas, a menos que no tenga para el alquiler”, confesó alguna vez, con ese humor británico seco que lo caracterizaba.

Una despedida sin ruido, pero con reverencia

El General Zod ya no está entre nosotros, pero su eco resuena con cada frase que dejó grabada en nuestras retinas cinéfilas. Porque Terence Stamp no solo actuaba, sino que transformaba la pantalla. Como su familia lo dijo mejor que nadie: “su legado seguirá tocando el alma de quienes lo vean”.