Ojitos Mentirosos: la historia detrás del trend más viral de TikTok

En la inmensidad de TikTok, donde lo efímero se vuelve norma, de pronto emergió un fenómeno inesperado: jóvenes maquillados de payasos recorriendo autobuses, calles y mercados, mientras de fondo suena una cumbia que, aunque nació en los años noventa, hoy late con fuerza renovada. El trend lleva por nombre Ojitos mentirosos, y su atractivo va mucho más allá del simple juego digital.

El origen está en una canción peruana escrita por Coré Cuestas Chacón y popularizada en México por Tropicalísimo Apache. Una cumbia de letras sencillas, unos ojos que prometen ternura y al final traicionan, que se ha convertido en el himno melancólico de miles de videos. Más de tres décadas después, frases como “Mienten, mienten tus ojitos” resuenan en bocinas de celulares, esta vez en clave urbana y con un nuevo trasfondo cultural.

¿Cuál es el impacto de este trend?

Pero el verdadero impacto del trend no se explica solo con música. La estética de los payasos, rostros pintados de blanco, azul o rojo, miradas duras y pasos firmes, se ha convertido en una metáfora de los barrios que rara vez ocupan titulares. Entre pasajes de mercados, banquetas agrietadas y autobuses llenos, la escena recuerda inevitablemente a Chicuarotes (2019), la película de Gael García Bernal sobre dos adolescentes de Xochimilco que sobreviven pintándose la cara y actuando en el transporte público.

En la plataforma, muchos usuarios recrean esa misma crudeza: subir disfrazados a un camión, caminar entre puestos de fruta o mostrar la vida cotidiana en zonas donde la gentrificación avanza, pero las tradiciones resisten. Más que un simple reto viral, Ojitos mentirosos se ha vuelto un espejo incómodo de lo que sobrevive al margen de las luces de neón y las cafeterías hipster.

Así, entre nostalgia musical y teatralidad callejera, el trend recupera símbolos de identidad que parecían relegados. Una cumbia que habla de engaño se convierte en declaración cultural, y unos payasos digitales recuerdan que las ciudades también se cuentan desde sus bordes.