La Isla de las Muñecas: entre el mito, la tragedia y los secretos más oscuros de Xochimilco
Un rincón de la Ciudad de México convertido en santuario macabro, donde la leyenda de Don Julián se entrelaza con testimonios de apariciones y sucesos que siguen desconcertando a locales y visitantes
La isla de las muñecas / instagram
En los canales de Xochimilco, donde las trajineras se deslizan entre música de mariachis y bugambilias flotantes, se oculta un territorio que rompe con la postal colorida: la Isla de las Muñecas. A primera vista, el lugar parece un museo del abandono, con cientos de rostros plásticos y de trapo colgados en árboles y chozas. Pero tras esa estética de terror hay una historia de obsesión, muerte y misterio que todavía hoy provoca escalofríos.
El mito comienza en la década de 1950 con Don Julián Santana Barrera, un campesino que decidió vivir aislado en aquella chinampa. Un día, encontró el cuerpo sin vida de una niña enredado entre lirios acuáticos. Nadie pudo confirmar nunca su identidad; no hubo denuncias ni registro oficial. Lo único cierto es que, a partir de ese momento, el hombre comenzó a escuchar lamentos, pasos y voces de ultratumba que atribuyó al espíritu de la menor.
Convencido de que la niña buscaba compañía, Don Julián empezó a colgar muñecas recogidas de la basura, intercambiadas con vecinos o halladas en canales. Con el paso de los años, el lugar se transformó en un verdadero cementerio de juguetes mutilados, con ojos de vidrio opacos y brazos arrancados por el clima. “Cada muñeca tenía un alma atrapada”, decía el propio Julián a quienes se atrevían a visitarlo.
Pero el misterio no termina ahí. Don Julián murió en 2001, se dice que tuvo un infarto y que incluso se ahogó en el mismo punto donde encontró a la niña medio siglo atrás. La coincidencia avivó los rumores: ¿casualidad o castigo? Desde entonces, visitantes y lancheros aseguran que, al caer la noche, las muñecas parpadean, giran la cabeza o susurran entre sí. El guía Anastasio Santana, sobrino de Don Julián, ha declarado en entrevistas que él mismo ha visto muñecas mover los labios sin que sople viento alguno.
Investigadores paranormales mexicanos y extranjeros han acudido al sitio con grabadoras y cámaras térmicas. En más de una ocasión han captado psicofonías: frases infantiles apenas audibles, carcajadas lejanas y hasta la voz de un hombre murmurando plegarias. En 2016, un grupo de investigadores británicos afirmó haber registrado movimientos inexplicables de los columpios y ruidos de pasos alrededor de la cabaña de Julián cuando no había nadie.
Don Julián Santana Barrera dueño fundador de la Isla de las Muñecas / internet
Lo que pocos saben es que, según relatos de viejos trajineros, Don Julián no fue el único en sentir la presencia de la niña. Al menos dos visitantes en los años ochenta narraron haber visto a una pequeña de vestido blanco jugando entre los canales, que desaparecía de golpe al intentar acercarse. “Era como si se fundiera con el agua”, cuentan los descendientes de aquellos testigos.
Hoy, la Isla de las Muñecas no solo es un atractivo turístico: es un altar vivo a la superstición. Algunos visitantes dejan ofrendas, dulces o muñecas nuevas con la esperanza de que los espíritus encuentren paz. Otros van en busca de emociones fuertes y juran haber sentido cómo alguien invisible les jalaba del cabello o les rozaba el hombro.
Entre leyenda y realidad, lo único claro es que este rincón de Xochimilco sigue latiendo con una energía distinta, como si la chinampa misma respirara con las muñecas que la vigilan. Quien se atreve a visitarla sabe que no solo se enfrenta a un espectáculo macabro, sino también a un misterio que, décadas después, sigue sin resolverse.
Viviana Hernández Bran
Licenciada en Comunicación y Periodismo por la...Licenciada en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón, UNAM. Creadora de contenido escrito y digital en Los40 México, El Eco de LOS40 y W Radio. Activa en Radiópolis desde 2021.