Lucas Hill presenta su nuevo álbum: El Sol sale también

Dicen que algunas canciones nacen de lo que uno sueña. En el caso de Lucas Hill, El sol sale también comenzó justo en ese territorio: una imagen nocturna, una escalerita que se alzaba como una pirámide, la intuición de que quería escribir algo luminoso. Esa visión se transformó en un disco construido no solo con palabras y melodías, sino con la necesidad de encontrar alegría en la calma.

La alegría que busca este álbum no grita. No se acelera. No demanda spotlight. Es suave, es contemplativa. Está en lo que tarda en asomar el sol, en el silencio antes del canto de los pájaros, en la luz temblorosa que atraviesa una ventana en la madrugada.

De Renacido a El sol sale también: un tránsito hacia adentro

Si Renacido (2023) fue un acto de reconstrucción, de sanar, de mirar hacia dentro, este nuevo trabajo representa una madurez diferente. Lucas Hill dejó atrás la urgencia de la tristeza intensa para abrazar otra tensión emocional: la que sostiene la serenidad.

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Su método cambió: antes buscaba ritmos visibles, movimiento externo; ahora se dejó guiar por la letra primero, por el latido interno, por cómo le hablaba su cuerpo al cantarle al sol. Se rodeó de influencias suaves, jazz, bossa nova, folclor latinoamericano, y decidió que algunas canciones no necesitarían coro, ni estructuras convencionales. Que fueran fragmentos atmosféricos, estados de ánimo.

Paisajes sonoros: del oscuro al claro

Una de las decisiones más bellas de este disco es su orden. Empieza en la sombra, en lo introspectivo, lo reservado, lo nocturno. Y termina en luz, brillo creciente, como un amanecer musical.

Musicalmente, hay espacios llenos de guitarra, de percusión tenue, de arreglos envolventes, a veces electrónicos, otras veces orgánicos. Pero lo que se escucha no es solo lo que suena, sino lo que uno imagina: campos desiertos, el rocío en las hojas, una ventana abierta al alba.

El sol sale también: canciones que ya alumbran

Dos pistas ya se han dejado escuchar: El sol sale también (canción homónima) y Camino.

• En El sol sale también, Hill escribe sobre el amanecer cuando aún no lo ve, sobre la expectativa y el deseo de la luz. Lo compuso de noche pensando en lo brillante, lo suave que esa tensión entre sombra y sol podría dar.
• Camino tiene su propia fuerza: es melancolía, nostalgia, pero también movimiento interior. Se siente como andar aunque no sepas bien a dónde, como querer volver a casa o simplemente reconectar con lo esencial.

Ambas pistas muestran que este disco no es solo para quienes buscan letra; también para quienes escuchan lo que se calla entre notas, lo que vibra en los silencios.

El concierto, Bogotá y la presentación del mundo íntimo

El lanzamiento oficial será el 18 de septiembre en el Planetario de Bogotá. Lucas Hill ha construido un espacio perfecto para esta música: bajo la cúpula magnética del Planetario, donde la luz y la oscuridad juegan, donde el sonido puede envolver sin competir. Un lugar simbólico para un disco que transita del silencio al amanecer.

En el enfoque del álbum se percibe también una exploración de lo escénico, no solo lo musical. Energía compartida, música viva junto a sus músicos, invitados locales que emergen en la escena, todo para reunir, en un momento en vivo, lo que el disco promete: contemplar la luz desde adentro.

¿Qué significa alegría para Lucas Hill?

Aquí está lo que distingue a El sol sale también: su noción de alegría. No la que se celebra con luces estroboscópicas ni con baile desenfrenado, sino la que se funda en la contemplación, en la sensación de amanecer, en la paciencia de esperar flores entre el barro.

Lucas comenta que para él, la alegría se parece más al descanso, al pulso tranquilo del corazón cuando ya se sabe que, aunque el día esté nublado, inevitablemente el sol volverá. Que esa certeza, aunque débil, basta para sostener lo creativo, lo bello, lo verdadero.