Samhain: el verdadero origen del Halloween y el Año Nuevo de las brujas
Entre el fuego, la oscuridad y la memoria de los ancestros, Samhain marca el fin del ciclo solar y el inicio del año espiritual en la antigua tradición celta

Samhain-celebración de brujas / автор
Mientras en el mundo moderno las calabazas iluminan las calles y los disfraces conquistan las fiestas, en otro plano más silencioso, más ancestral, se encienden velas para honrar a los muertos. Esa noche se llama Samhain, y aunque hoy muchos lo asocian con Halloween, su origen es mucho más profundo: proviene de una festividad celta que celebraba el final de la cosecha y el comienzo del invierno, el punto donde el velo entre los vivos y los espíritus se vuelve más delgado.
El nombre Samhain (pronunciado “sau-in”) proviene del irlandés antiguo y significa “fin del verano”. Era una de las cuatro grandes celebraciones del calendario celta, junto con Imbolc, Beltane y Lughnasadh. Para los druidas, representaba no solo el cierre de un ciclo agrícola, sino también el inicio del nuevo año espiritual, razón por la que muchos lo llaman hoy el Año Nuevo de las brujas.

Samhain, el año nuevo de las brujas / Jeff Petry

Samhain, el año nuevo de las brujas / Jeff Petry
Entre la vida y la muerte
Durante esta celebración, los antiguos celtas creían que las fronteras entre el mundo material y el espiritual se abrían por una noche. Era el momento perfecto para honrar a los antepasados, recordar a los muertos y pedir guía a los espíritus para enfrentar los meses oscuros del invierno.
Los rituales incluían hogueras sagradas encendidas en colinas, donde la comunidad se reunía para compartir alimentos, vino y cuentos. También se dejaban ofrendas de pan, sidra y manzanas a las puertas de las casas para que los espíritus benevolentes pudieran visitarlos sin causar daño. Esa práctica es el eco que siglos más tarde daría forma a la tradición moderna del “dulce o truco”.
De ahí su asociación con las brujas, figuras que encarnan la conexión con la naturaleza y los misterios del más allá. Para ellas, Samhain marca el cierre del ciclo solar y el inicio de un nuevo viaje interior, una época para liberar, transformar y renacer.
La rueda celta del año: un mapa del tiempo
El calendario espiritual celta, conocido como la Rueda del Año, se divide en ocho festividades o sabbats, que narran el viaje simbólico del Sol a lo largo de las estaciones. Cada una representa un momento clave del ciclo de la vida, la muerte y la renovación.
En este mapa del tiempo, Samhain ocupa el punto más oscuro: el momento en que la naturaleza muere para poder renacer. Después de él viene Yule, el solsticio de invierno; Imbolc, la promesa de la luz; Ostara, el equinoccio de primavera; Beltane, la celebración del fuego y la fertilidad; Litha, el solsticio de verano; Lughnasadh, la cosecha; y finalmente, Samhain, el retorno a la oscuridad.
Así, la rueda nunca se detiene. Todo lo que muere se transforma, y todo lo que se transforma vuelve a florecer.
Rituales y prácticas para celebrar Samhain hoy
En la actualidad, quienes celebran Samhain lo hacen como una noche de introspección, magia y gratitud. No es necesario ser practicante de ninguna tradición pagana para honrar su energía: basta con abrir un espacio simbólico para el cierre y la renovación.
Algunos rituales sencillos incluyen:
- Encender una vela negra y una blanca: la primera representa lo que se deja atrás; la segunda, la luz que guiará el nuevo ciclo.
- Escribir en un papel lo que deseas soltar —miedos, hábitos, culpas— y quemarlo, dejando que el humo se lleve esa carga.
- Crear un altar para los ancestros, con fotografías, flores secas y alimentos simbólicos como manzanas o pan.
- Caminar bajo la luna en silencio, recordando que la oscuridad no siempre es ausencia, sino también refugio.
Cada gesto, por mínimo que parezca, honra el mismo principio celta: morir para renacer, cerrar para comenzar.
El eco de una celebración eterna
Aunque el tiempo haya domesticado su espíritu y lo haya disfrazado con máscaras modernas, esta celebración vive. Persiste en las llamas de las velas, en el susurro del viento otoñal, en esa sensación de melancolía y misterio que acompaña a los días más cortos del año.
Más allá de supersticiones o modas, Samhain nos recuerda que la oscuridad no es enemiga, sino maestra. Que cada fin contiene un principio. Y que incluso las brujas, esas guardianas del tiempo y la tierra, celebran su Año Nuevo no con relojes ni fuegos artificiales, sino con fuego, silencio y gratitud.
Porque en el fondo, todos somos un poco celtas cuando entendemos que la vida es una rueda que gira sin fin, y que, cada otoño, vuelve a empezar.

Viviana Hernández Bran
Licenciada en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón, UNAM. Creadora de contenido escrito y digital...


