Malcriada incendia el Lunario: una noche de ruido, ironía y descontrol perfectamente ejecutado
El dúo formado por Mathilde Sobrino y Pepe Pecas convirtió el Lunario en una dimensión paralela donde lo pop se corrompe, el caos se celebra y la música es una bofetada estética al aburrimiento

Malcriada en el Lunario del auditorio Nacional / instagram
Malcriada no da conciertos, abre portales. Lo que ocurrió el 4 de octubre en el Lunario del Auditorio Nacional fue una descarga eléctrica envuelta en luces, gritos y sarcasmo. Durante una hora, el dúo rompió cualquier expectativa y nos recordó que lo oscuro también puede ser brillante… y que el ruido, cuando tiene alma, se vuelve arte.
El ritual comenzó desde temprano
La experiencia empezó antes de entrar al recinto. Esa mañana, Mathilde y Pepe subieron historias gritando “¡es hoy, es hoy!”, y algo de inmediato se encendió en mí: esa energía cruda que solo tienen los que disfrutan provocar. Desde ese momento supe que no iba a ser un show más, sino una de esas noches que te sacuden la cabeza y te devuelven la fe en la música en vivo.
Horas después, nuevamente entre las historias del dúo, vi globos inflándose, y mi mente no dejó de repetir: esto va a ser muy diferente a todo lo que he visto. En ese instante tan solo podía imaginar a Leafar Seyer, de Prayers, apareciendo en el escenario…
Una ciudad imposible, una cita inevitable
La Ciudad de México, fiel a su papel de antagonista, puso a prueba nuestra devoción con lluvia, tráfico y caos. Pero nada detuvo a los que íbamos rumbo al Lunario. Las puertas se abrieron a las 7:00 p.m., y el ambiente se llenó de ruido nuevo gracias a Nuevos Vientos y Linxes, proyectos que sirvieron de antesala a la tormenta principal.
A las 8:50, las luces bajaron. En la pantalla apareció la palabra “Malcriada”, en rojo, con un efecto de televisor viejo, sucio, casi ritual. De fondo, un sonido atmosférico envolvía el lugar; algo entre un glitch digital y una misa electrónica. En el escenario, globos por todas partes, como si el caos hubiera explotado en colores. Era una estética entre gótica, futurista y punk: sin etiquetas, sin permiso.
La misa del ruido
Desde el primer acorde, el público entró en trance. El beat de “AAA” detonó la pista; “Muerte a Televisa” fue un grito colectivo que retumbó como exorcismo nacional; y en “Falle”, los sonidos distorsionados se mezclaron con una euforia casi tribal. Mathilde, con una presencia magnética, sostuvo al público con una mezcla de locura e ironía.
Luego vino “Ave María”, un tema que en su voz suena más a influencia cibernética que a plegaria divina, y “Momento”, la colaboración con Prayers, que fue puro éxtasis. Entre canción y canción, Pepe Pecas manejaba los sintetizadores como si estuviera hackeando el sistema, generando un sonido que te pega en el pecho y te deja, literal, sin aire.
El delirio visual
Los regalos vacíos lanzados al público fueron el gesto perfecto: sarcasmo hecho performance. Malcriada convirtió su concierto en una anti-fiesta, un “No cumpleaños” donde nada tenía sentido y, precisamente por eso, todo lo tenía.
El show duró apenas una hora, pero fue un viaje comprimido de ruido, ironía y catarsis colectiva. Diez canciones bastaron para incendiar el Lunario y dejar claro que no hacen música para gustar, sino para reírse y quemarlo todo.
Quiénes son los culpables del caos
Malcriada a principios del 2024, cuando Mathilde Sobrino, cantante y productora, y Pepe Pecas, músico y diseñador sonoro, decidieron mezclar pop electrónico, punk digital y estética de internet. Desde entonces, su proyecto se ha convertido en un acto de rebeldía generacional: una burla a la solemnidad, una crítica al sistema mediático y un espejo del absurdo moderno.
En redes, su universo visual es tan importante como su música: memes, glitches, ironías y declaraciones que rozan el sinsentido, pero siempre con fondo. Malcriada es performance, sonido y discurso; humor ácido con alma underground.
De México al ruido global
Después del Lunario, el dúo continúa su gira por Estados Unidos, con paradas en El Paso, Dallas, Houston, Phoenix, San Diego, San Francisco, Seattle y Oakland. Una ruta que promete exportar el caos y demostrar que el desmadre también puede ser sofisticado.

Viviana Hernández Bran
Licenciada en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón, UNAM. Creadora de contenido escrito y digital...


