Britney Spears confiesa por vez primera que sufrió daño cerebral como consecuencia del abuso y la privación de libertad

La artista reveló en redes sociales que las secuelas de los años bajo el control de su padre fueron más allá del alma

Durante años, el brillo de Britney Spears fue un reflejo engañoso: detrás de los escenarios, la “Princesa del Pop” sobrevivía a una jaula dorada. Más de una década después de aquella tutela que definió su vida y su voz, la cantante rompió el silencio con una confesión estremecedora. En un mensaje publicado en sus redes sociales, habló del daño cerebral que le dejaron los años de control, una herida invisible que sigue marcando su presente.

“Durante cuatro meses no tuve puerta ni cuerpo propio”, escribió la intérprete de Toxic, evocando uno de los pasajes más oscuros de su historia. Aquella línea, breve pero devastadora, resume la pérdida de autonomía que la artista padeció cuando, por orden judicial, su padre administró cada aspecto de su vida. No podía salir, decidir, ni moverse sin permiso.

Aunque su autobiografía The Woman in Me ya había desnudado gran parte de ese calvario, ahora la cantante reconoció que aún existen recuerdos demasiado dolorosos para narrar. Las cicatrices no son solo emocionales: su cuerpo también pagó el precio del silencio, de los medicamentos, del aislamiento.

Las alas rotas de una mujer libre

En su publicación, la artista se comparó con Maléfica, la figura mítica interpretada por Angelina Jolie, al recordar la escena en la que le arrancan las alas. “Siento como si me las hubieran quitado”, confesó, dejando entrever una metáfora tan literal como simbólica. “Sufrí daño cerebral hace mucho tiempo, al cien por ciento. He superado ese momento, pero tengo suerte de estar viva”, añadió.

El daño físico y psicológico la acompañó incluso después de su liberación. Su cuerpo, escribió, fue “asesinado y destruido”, y pasaron meses antes de que pudiera volver a moverse o bailar. Lo que para el mundo eran videos excéntricos en Instagram, para ella eran ejercicios de supervivencia. “Bailar me recuerda cómo volar”, explicó. Su frase no busca simpatía, sino redención.

Recomenzar tras el silencio

Hoy, Britney vive lejos de los reflectores. No planea regresar a los escenarios ni a la maquinaria que alguna vez la devoró. Prefiere el anonimato que no conoció en su juventud, la calma que antes se le negó. Su enfoque, dicen allegados, está en reconstruir los lazos familiares que el encierro fracturó, sobre todo con sus hijos, con quienes empieza a tener pequeños reencuentros.

Mientras tanto, su historia volverá a contarse en la pantalla grande: una película biográfica inspirada en The Woman in Me ya se encuentra en fase de desarrollo. Un nuevo relato, quizás, para cerrar el círculo.

Más allá del pop: el cuerpo como campo de batalla

Lo que Spears revela no es solo una confesión individual: expone el reverso oscuro de una industria que explota la juventud femenina hasta vaciarla de voluntad. La tutela fue el nombre legal de un control sistémico, el reflejo de una cultura que convierte el talento en propiedad. Su historia, con nombre y apellido, es también la de muchas mujeres que perdieron su autonomía bajo el disfraz del cuidado.

En ese sentido, la “locura” con la que fue etiquetada hace años hoy parece una forma de resistencia: la manera en que su cuerpo gritaba lo que no podía decir. En su fragilidad, la cantante se volvió humana.

Viviana Hernández Bran

Licenciada en Comunicación y Periodismo por la...