Así es el orden de las fechas en que regresan los muertos a visitar a los vivos en México
Del 27 de octubre al 2 de noviembre, las almas llegan una a una siguiendo un orden invisible que dicta el calendario del Día de Muertos

Calendario de las almas que nos visitan en el Día de Muertos / Grant Faint
No todas las almas regresan al mismo tiempo. En México, se dice que el Día de Muertos no es solo una fecha, sino un camino espiritual que comienza antes de noviembre. Desde el 27 de octubre, el aire cambia, las flores se abren con más prisa y el humo del copal empieza a marcar la ruta de regreso para quienes cruzan el umbral entre la vida y la muerte.
Según la tradición popular, cada tipo de espíritu tiene su propio día para visitar la tierra. No es casualidad ni capricho: es una forma de mantener el equilibrio entre mundos, de dar a cada alma su espacio, su tiempo y su altar.

Orden de las fechas en que regresan los muertos a visitarnos en México / Gabriel Perez

Orden de las fechas en que regresan los muertos a visitarnos en México / Gabriel Perez
El calendario invisible de las almas
El 27 de octubre llegan los primeros visitantes: las mascotas. Se cree que los animales fallecidos vuelven guiados por el amor incondicional de sus dueños. Su presencia se reconoce en el ladrido que resuena sin razón, en la sombra que se mueve bajo la mesa o en la sensación tibia que se cuela entre las piernas al anochecer.
El 28 de octubre es el turno de quienes murieron de manera trágica o violenta. A ellos se les colocan velas y pan sin nombre, porque no siempre se les recuerda con palabras, sino con silencio y luz.
El 29 de octubre vuelven las almas de los ahogados, aquellos que no tuvieron tierra donde descansar. Su altar se acompaña con vasos de agua, símbolo de descanso y de retorno.
El 30 de octubre es un día especial: llegan las almas olvidadas, los que no tienen a nadie que rece por ellos, los que partieron sin testigos.
A ellos se les ofrece pan, sal y veladoras para que encuentren su camino de vuelta.
El 31 de octubre se abre la puerta para los niños sin bautizar o no nacidos, conocidos como los limbos. Se dice que su llegada es ligera, que apenas rozan el aire, curiosos de un mundo que apenas conocieron.
El 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, pertenecen a los niños y jóvenes que ya cruzaron el umbral. Es el día en que los altares se llenan de dulces, juguetes y flores pequeñas, porque se celebra la inocencia que nunca envejeció.
Y finalmente, el 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, vuelven los adultos, los abuelos, los amigos, los amores que dejaron su silla vacía. Su presencia se siente en la casa: en el olor del café recién hecho, en el humo que no se disipa, en la música que suena sin razón.
La ruta del copal y el cempasúchil
Cada fecha tiene su propio color, aroma y ofrenda. El cempasúchil es el hilo dorado que une todas las visitas: su fragancia abre el paso y su color anuncia el retorno. Las velas marcan el camino, una por cada alma esperada, mientras que el copal purifica el aire para que los espíritus no se pierdan.
En los pueblos, muchas familias aún siguen este calendario al pie de la letra. No por superstición, sino por respeto: porque en México, los muertos no asustan, se esperan.
El orden de las almas no solo tiene un sentido simbólico, sino emocional. Representa el tránsito del alma desde lo más puro hasta lo más consciente. Primero los animales, guardianes del instinto. Luego los que partieron sin aviso, los que nadie nombra, los que fueron niños, y al final, los adultos que cargan las historias. Es, de algún modo, una coreografía espiritual que recuerda que todos regresaremos, pero cada quien a su tiempo.

Viviana Hernández Bran
Licenciada en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón, UNAM. Creadora de contenido escrito y digital...


