Muere “el chico más bello del mundo” a los 70 años, ¿cuál fue su historia y por qué resultó tan triste, qué le pasó?

Su vida fue un testimonio del precio emocional de la perfección y del lado oscuro del mito estético

Björn Andrésen muerte a los 70 años / getty images

Hay destinos que se sellan con una mirada. En 1971, cuando Björn Andrésen apareció en Muerte en Venecia, la cámara de Luchino Visconti lo transformó en algo más que un actor: lo convirtió en el símbolo viviente de la belleza inalcanzable. Tenía apenas 15 años, un rostro angelical y una melancolía que parecía no corresponder a su edad. Desde entonces, el mundo no lo vio más como una persona, sino como una idea: la del joven eterno, frágil y luminoso, condenado a no envejecer nunca… al menos en la memoria del cine.

El apodo de “el chico más bello del mundo” no fue un halago inocente. Durante décadas, el actor sueco intentó desprenderse de esa etiqueta que lo perseguía como una sombra. Aquella búsqueda de Visconti por el “rostro perfecto” lo llevó a ser deseado y admirado, pero también a cargar con una identidad que no eligió. Él mismo confesó que el filme “le arruinó la vida bastante”.

La fama precoz lo enfrentó a la incomodidad de ser observado, analizado y convertido en objeto. Su belleza andrógina inspiró al arte japonés y dio origen al arquetipo bishōnen, el “chico hermoso” del anime y el manga. En Japón, su imagen se volvió un referente estético; sin embargo, detrás de esa devoción, había un hombre que se sentía prisionero de su propio rostro.

Entre la música, el cine y el vacío

Antes de la película que lo marcaría para siempre, Andrésen era un joven con inclinaciones artísticas: estudió música, tocaba el piano y soñaba con una vida discreta. Pero el eco de Muerte en Venecia lo acompañó incluso en sus proyectos más modestos. Actuó en producciones suecas, participó en series y, muchos años después, reapareció brevemente en Midsommar (2019), de Ari Aster, un guiño del destino que lo devolvía al tipo de belleza inquietante que siempre lo persiguió.

Sin embargo, su vida personal fue menos cinematográfica: creció sin padre, perdió a su madre a los diez años y enfrentó tragedias familiares, incluida la muerte de un hijo. A esos dolores se sumaron la depresión y el alcoholismo, sombras que, como él mismo reconoció, nunca logró disipar por completo.

El documental que lo desnudó ante el mundo

En 2021, el documental “El chico más bello del mundo”, dirigido por Kristian Petri y Kristina Lindström, reveló el costo emocional de aquella fama impuesta. A través de sus propias palabras, el artista mostró las grietas que dejó la idealización y la soledad que lo acompañó desde joven. No era un homenaje, sino una especie de catarsis tardía: la historia de un hombre que sobrevivió a su propio mito.

Con su muerte el 25 de octubre, el intérprete de Tadzio deja algo más que una filmografía: deja una advertencia sobre los límites del deseo estético y el poder destructivo de la mirada ajena. Su historia invita a preguntarse si la belleza, cuando se convierte en destino, no termina siendo también una condena.

Como un eco del personaje que lo hizo inmortal, Björn se desvaneció sin ruido, pero su reflejo, esa mezcla de inocencia, arte y tragedia, seguirá resonando en el imaginario de quienes alguna vez vieron en su rostro la perfección, y en sus ojos, la tristeza de quien supo que nada hermoso dura para siempre.

Viviana Hernández Bran

Licenciada en Comunicación y Periodismo por la...