Allison Mack, actriz de Smallville, rompe el silencio tras salir de prisión y habla sobre su pasado en la secta NXIVM

Durante años, Allison Mack fue recordada como la brillante periodista del universo de Superman en la serie Smallville. Hoy, su nombre evoca algo muy distinto: uno de los casos más oscuros de manipulación y abuso psicológico de los últimos tiempos.

La actriz, de 43 años, ha hablado por primera vez desde su liberación en 2023, tras cumplir tres años de prisión por su implicación en NXIVM, la secta fundada por Keith Raniere. En una conversación íntima para el pódcast Allison After NXIVM, producido por CBC, Mack se muestra sin filtros ni guion: frágil, dolida y consciente del peso de sus actos.

“Mi fama fue mi herramienta de poder”, admite. “Creí estar ayudando, cuando en realidad estaba hundiendo a otras personas en la misma oscuridad en la que yo vivía”.

De estrella juvenil a engranaje de una red de manipulación

Durante los años de gloria de Smallville (2001-2010), Mack era un rostro familiar de la televisión estadounidense. Sin embargo, fuera del set, comenzó a involucrarse con NXIVM, un supuesto grupo de desarrollo personal que terminó revelándose como una red de control psicológico y coerción sexual.

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En su testimonio, la actriz reconoce haber usado su reconocimiento mediático para atraer a mujeres hacia el grupo, particularmente hacia DOS, una subestructura secreta dentro de la organización. Allí, las seguidoras eran sometidas a rituales que incluían la entrega de materiales comprometedores y el marcaje con las iniciales de Raniere.

“Creía que estaba construyendo una comunidad de empoderamiento femenino”, explica. “Pero todo era una ilusión perfectamente diseñada. Yo era parte del espejismo”.

El juicio que cambió su vida

La caída de NXIVM en 2018 fue tan mediática como la serie que la hizo famosa. Mack fue arrestada en Nueva York bajo cargos de conspiración y crimen organizado. Durante el proceso, decidió cooperar con las autoridades, lo que redujo su condena a tres años de prisión.

En su sentencia, pronunciada en 2021, el juez señaló que “había capitalizado su fama al servicio de un propósito devastador”. Mack recuerda ese momento como el instante en que se desmoronó su identidad pública.

“Miré a mi madre y a mi hermano en la sala y entendí que no solo había destruido vidas ajenas, sino también la suya”, confiesa en el pódcast. “Me vi reflejada en sus lágrimas, y supe que no podía seguir mintiéndome”.

La búsqueda de redención

Liberada en 2023 gracias a la ley federal First Step Act, que reduce penas por buena conducta, Mack intenta reconstruir su vida lejos del ruido mediático. Se mudó al norte de California, donde vive de manera discreta y colabora en programas de apoyo a mujeres que han sobrevivido a dinámicas sectarias.

En 2024 contrajo matrimonio con un hombre identificado solo como Frank, en un intento, dice, por “empezar de nuevo desde la honestidad”. También rompió definitivamente todo vínculo con Nicki Clyne, su exesposa y antigua miembro de NXIVM.

“No busco limpiar mi nombre, sino entender quién era la persona que lo ensució”, declara. “Cada día despierto con la conciencia de que alguien todavía carga con el dolor que ayudé a causar”.

El eco de una historia que aún duele

El caso NXIVM sigue siendo una herida abierta en la memoria colectiva. Su fundador, Keith Raniere, cumple una condena de 120 años de prisión, mientras el nombre de Allison Mack continúa asociado a la sombra de un movimiento que prometía libertad y terminó devorando la voluntad de sus miembros.

Hoy, su testimonio se siente como una advertencia, no como una justificación. Una reflexión sobre el poder, la vulnerabilidad y el precio de la redención pública.

“La fama sin autoconocimiento es una forma de ceguera”, dice Mack. “Y yo viví demasiado tiempo sin abrir los ojos”.