Atlas Fallen: un tesoro muy bien enterrado

Hoy la mayoría de los videojuegos se sienten como una calca de otro. Usualmente decimos cosas como “Es un tipo Souls”, “Es como Final Fantasy”, “Parece un Zelda”. Los estudios tratan de minimizar sus riesgos al imitar franquicias populares. Pero de repente aparece en el horizonte algo como Atlas Fallen, un juego que trata de destacar por sí mismo, introduciendo mecánicas e historias nuevas. Y es por eso que duele extra que esta propuesta pierda el brillo por una serie de errores técnicos y una historia blanda.

Historia

Uno de los aspectos más flojos de este juego es su historia que trata de ser épica, pero es lenta. Estamos en un mundo de fantasía donde un poderoso dios del sol, Thelos, somete a sus habitantes con mano de hierro. Él está aliado con la misteriosa Reina de los Mil Años, para mantener a la población en miseria y temerosa de ellos. Tú eres un Sin-Nombre: una especie de casta social que es tan baja que no merece ser nombrada. Uno de los soldados de la reina te manda a buscar a un ladrón, y en esa búsqueda encuentras un guante con poderes mágicos. Dentro de éste, vive Nyaal; un espíritu que se conecta contigo de forma telepática y te ayuda a mejorar el guante. Ahora, usarás tu nuevo poder para enfrentar a la reina y al mismo Thelos. Todo con el fin de liberar estas tierras de su yugo implacable.

La historia presenta 2 grandes problemas. El primero es que es lenta. Para empezar a hacer cosas interesantes, tardas más de una hora. Y lo poco que vas descubriendo realmente no es tan interesante. Rara vez sentirás esa necesidad de saber qué pasa después.

El segundo obstáculo es que las actuaciones y las cinemáticas son flojas y genéricas. Todos los actores hablan con un gran desgano. Y los personajes principales son genéricos y sin sorpresas. El mismo Sin-Nombre parece que siempre está calmado, sin importar la situación. Nyaal vive en tu guante y habla demasiado para decir cosas obvias (“¡Mira! Ahí hay un cofre”).

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Jugabilidad

A pesar de lo abismal de su narrativa, el sistema de juego es sólido y entretenido. Empecemos por la movilidad del personaje. Puedes recorrer grandes distancias al fusionar tus pies con la arena que te rodea. Esto permite “surfear” por el mapa. Además, puedes dar dobles saltos e impulsos en el aire. Todo esto hace que Sin-Nombre sea extremadamente ágil y te hace querer a los lugares más inaccesibles combinando tus movimientos.

El combate también es extremadamente entretenido. En él, tus golpes van llenando tu barra de Ímpetu. Conforme la llenes, tus golpes serán más poderosos y activarás poderes pasivos. Pero también te vuelves más vulnerable. Así que entre más poderoso te vuelves, también debes ser más precavido para defenderte. Hablando de defensa, puedes rodar para esquivar o usar una habilidad llamada Piel de Arena. Cuando presionas un botón, Sin-Nombre se convierte en arena blanca por un segundo. Si un enemigo te ataca en ese estado, se congelará; con lo que puedes iniciar un combo cuando esté inmóvil. Existen muchísimas opciones para mejorar tu barra de ímpetu. Desde poderes que mejorar el daño que haces, armas mágicas que puedes lanzar, mejoras a tu habilidad de curación o trucos para mantener grandes grupos de enemigos alejados. Combinar todo esto se siente extremadamente satisfactorio. Por si fuera poco, puedes sacrificar el ímpetu que ya hayas obtenido para hacer un súper movimiento que te da armas gigantescas de gran poder.

Los enemigos tienen armaduras que puedes romper, atacando partes específicas de su cuerpo. Es muy divertido descubrir en qué orden deben ser destruidas, ya que algunos enemigos se vuelven más violentos al arrancarles cierto pedazo de armadura. Los jefes de nivel y enemigos de élite son gigantescos y ofrecen un reto formidable.

El único pero que le ponemos al combate es que el sistema para dejar la cámara fija en un solo enemigo tiene muchos problemas en cambiar de uno a otro. A veces quieres enfocarte en los monstruos pequeños para subir tu ímpetu primero, pero la cámara sigue empecinada en enfocar al jefe.

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Cooperativo

Desgraciadamente, no pudimos probar este modo en nuestra reseña. Pero sabemos que puedes agregar a un amigo en cualquier momento para ayudarte en el combate. El mayor problema con este modo es que no es compatible con crossplay, por lo que tendrán que estar ambos en la misma plataforma (Xbox / PlayStation / PC) para poderse conectar. En esta época donde la mayoría de los juegos permiten jugar entre distintas plataformas, se siente como un retroceso.

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Gráficos y sonido

Por un lado, tenemos escenarios con un buen nivel de detalle y una escala masiva. Los desiertos y ruinas se ven increíbles. Los enemigos son una buena mezcla de partículas de luz y arena, combinadas con los rayos que arrojan. La armadura de Sin-Nombre cuenta con muchos diseños atractivos, que te hacen sentir como un verdadero héroe de leyenda.

Pero, por otro lado, tenemos texturas que tardan en cargarse, mostrando modelos de baja calidad o pixeleados. Errores en la iluminación, sombras proyectadas de la nada o elementos que brotan de la nada. Los aldeanos se ven de plástico y sus expresiones acartonadas. Se van tal mal como las actuaciones de voz.

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La PC en la que probamos el juego cuenta con estas especificaciones:

• Procesador Intel Core i5-13600K
• Enfriamiento líquido Asus ROG Strix LC 240 RGB
• Motherboard Asus ROG Strix Z690-F GAMING WI-FI
• Memoria 16 GB de RAM Kingston FURY Beast Black DDR5,
• Tarjeta gráfica GeForce NVIDIA RTX 4090
• Windows 11

Conclusión

Atlas Fallen es un juego que de verdad quieres amar. Su jugabilidad es tan entretenida y bien lograda que querrás seguir adelante para desbloquear nuevos poderes y enfrentar enemigos más poderosos. Es una lástima que la historia no sea memorable con una pésima actuación y errores técnicos generan mucha frustración. Si le das la oportunidad, sin duda te recompensará con acción trepidante y un sistema de exploración entretenido.

Por Rolando Vera